Hace aproximadamente dos años, decidí centrar mi obra en esa alma líquida, el mar: sin paisaje, sin orilla, sin horizonte, solo el agua en su esencia más pura. He querido plasmar en mis lienzos su movimiento infinito, sus giros, remolinos y revueltas; capturar su color con ilimitados matices que cambian con la luz del amanecer o del atardecer y su reflejo en la superficie.
Mi obra es ligueramente figurativa, con un enfoque muy personal en el uso del color, originando riqueza cromática que consigo con acrílicos y con texturas realizadas con técnicas mixtas.
El Hotel Montíboli en su proyecto “Montíboli Cultural”, me ofrece la ocasión de compartir esta pasión, esta visión poética del mar que tanto me inspira, justamente en un espacio totalmente abierto a las aguas del Mediterráneo.
El mar no solo se ve, sino que se siente en cada rincón, en cada olor a salitre que despierta mis sentidos y en cada ola que danza con el viento. Amo su misterio, su poder indomable, esa fuerza que me abruma y me invita a soñar.